20 de junio: Día Internacional de los Refugiados

Hoy los desplazados (68,5 millones de personas) pasan una media de 17 años en campos o poblaciones de acogida, debido principalmente al enquistamiento de conflictos como los de Sudán del Sur, Afganistán o Siria. La comunidad internacional debe encontrar soluciones más duraderas que trasciendan el objetivo de “salvar vidas”, eviten tensiones con las poblaciones acogidas y optimicen el potencial de las personas refugiadas sobre la economía y cultura local.

Lonas y plásticos como refugio. Distribuciones alimentarias basadas en hidratos de carbono. Letrinas colectivas y estructuras básicas de saneamiento. Este tipo de soluciones rápidas permiten salvar vidas tras un desplazamiento masivo de población. Pero son respuestas de emergencia pensadas para tres meses o seis meses, un año a lo sumo.  Un buen ejemplo es Líbano, con 1,1 millones de refugiados sirios y el país con más refugiados per cápita del mundo (1 de cada 4): “llevamos ocho años haciendo distribuciones de agua con camiones cisterna, una solución muy costosa. Sería mucho más fácil aumentar la capacidad del sistema público de agua libanés pero no podemos ofrecer este tipo de soluciones duraderas por el carácter de transición que tienen los refugiados”, explica desde Beirut Beatriz Navarro, directora país de Acción contra el Hambre en Líbano.

Precisamente la población siria refugiada afronta estos días un ultimátum para demoler las estructuras con más de cinco bloques de cemento, que habían construido para hacer frente al invierno en zonas como Aarsal, con muy bajas temperaturas.

Hoy una gran parte de quienes huyen de guerras o persecuciones se ven obligados a depender de la ayuda humanitaria durante 17 años de media: “cuando llegas a un campo de refugiados huyendo de una guerra primero es un alivio poder seguir vivo. Pero poco después cualquier persona quiere recobrar cuanto antes su autonomía, oportunidades, las riendas de su futuro… y no lo tienen nada fácil en el contexto actual, en el que los países tardan años en resolver sus peticiones de asilo”, explica el responsable del Equipo de Emergencia de Acción contra el Hambre, Víctor Velasco.


Retos nutricionales 

Las soluciones de emergencia tampoco garantizan una salud nutricional en el medio y largo plazo: “las raciones alimentarias que se distribuyen a personas desplazadas y refugiadas están pensadas a menudo para soportar cortos periodos de tiempo cubriendo los requerimientos básicos nutricionales en forma especialmente de calorías aportados por los carbohidratos de los cereales o aceite vegetal, faltando el aporte de micronutrientes que podrían aportar la carne, el pescado y los productos frescos”, explica el responsable de salud y nutrición de Acción contra el Hambre, Antonio Vargas.


Apoyar más a los países de acogida

Mientras se ponen en marcha los mecanismos para aplicar lo establecido por la Convención de Refugiados, que establece derechos claros para quienes huyen de guerras o persecuciones, Acción contra el Hambre hace un llamamiento para que la comunidad internacional mantenga la ayuda necesaria a los países de acogida “no olvidemos que el 85% de los refugiados se quedan en países en desarrollo como Uganda, Pakistán o Líbano, donde dependen directamente de la ayuda humanitaria. Este apoyo no puede acusar signos de desgaste o cansancio mientras no sea posible el retorno porque hay muchas vidas en juego”.

Acción contra el Hambre subraya también la necesidad de integrar a la población local o de acogida en los programas de apoyo a refugiados para evitar tensiones por la recepción de ayuda. “Es algo que hacemos sistemáticamente en países como Líbano, Mali, Níger o Colombia”, subraya Velasco.

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Fuente Departamento de Comunicación de Acción contra el Hambre

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