DOS AÑOS DEL COMIENZO DE LA GUERRA DE UCRANIA, CONSTRUYENDO VIDAS DESDE CERO

Tres mujeres que se trasladaron a España tras el comienzo de la guerra nos hablan de sus experiencias y del papel fundamental que ha jugado aprender el castellano en su integración. 

El día 24 de febrero de 2022 los habitantes de Kyiv se acostaron pensando en lo que harían al día siguiente: ir a trabajar, un viaje entre amigos a esquiar a las montañas, etc.. Sin embargo, pocas horas después los despertaron los bombardeos y ya nada volvió a ser igual. De la incredulidad ante lo que estaba sucediendo pasaron a la huida a un lugar seguro, muchos viajaron con lo puesto, cruzando las fronteras en condiciones precarias, en largos trayectos en autobús o en tren, interrumpidos constantemente por la caída de proyectiles explosionando en la tierra. Han pasado dos años de este terrorífico evento y la UE estima que hay más de 4 millones de desplazados ucranianos. Aprender el idioma del país de acogida a contrarreloj ha sido un desafío más para construir sus vidas desde cero.

La plataforma de aprendizaje de idiomas online de origen ucraniano Preply, que contaba con una presencia significativa en Kyiv, puso en marcha a un equipo de 10 personas 24/7.  El objetivo era ayudar a los 150 empleados y sus familias que en ese momento residían en Kyiv. Preply los ayudó con el transporte a otras ubicaciones tanto dentro como fuera de Ucrania, así como con ayuda financiera. De los 150 empleados, 45 se trasladaron a la oficina de Preply en La Rambla en Barcelona.

Además, la comunidad de tutores y estudiantes globales en la plataforma de Preply se ha volcado para apoyar a Ucrania, haciendo llegar a sus habitantes 8.000 mensajes de apoyo de todo el mundo y proporcionando 1.300 horas de clases de idiomas grupales gratuitas a 1.500 desplazados. Adicionalmente, Preply dona 10,000 dólares al mes para apoyar a la población ucraniana desde octubre.

Ellina Zakharchuk: “La guerra me pilló en Barcelona, haciendo unos trámites, y ya no pude volver a casa”

Hace dos años, Ellina Zakharchuk, entonces asistente de dirección de Kirill Bigail, CEO de Preply, viajó a Barcelona, donde la empresa ya contaba con una sede relevante, para hacer trámites burocráticos. Ya no pudo volver. “Llegué con una pequeña maleta y nada más. En ese momento, comenzó la guerra y ya no tuve la oportunidad de regresar a casa. No tenía nada conmigo, apenas unas pocas pertenencias”, explica.

Pese al infortunio, Zakharchuk se siente afortunada, porque había estudiado un máster en Barcelona con anterioridad, conocía la cultura. Lo tuvieron peor los que se quedaron en Ucrania, según su relato. Como su madre, que pasó dos semanas en los refugios antiaéreos de Lugansk a resguardo de las bombas y vio cómo destruían su hogar y su negocio. “Su situación era extrema a nivel psicológico, porque todo lo que teníamos se desplomó en un momento. Mis abuelos decidieron mudarse al otro lado de Ucrania, en la frontera con Rumania. Pero mi madre se vino aquí conmigo”, relata.

Cuando Ellina Zakharchuk se asentó en Barcelona tenía un nivel de español básico, que ha ido mejorando gracias a las clases tutorizadas a través de Preply y a la interacción con los hablantes nativos. Su próximo objetivo es aprender catalán “Vivo aquí y respeto a mis vecinos y quiero comunicarme con ellos, he notado que te miran de manera diferente cuando intentas decir cosas en catalán”.

Yana Holub: “Quería abandonar el país cuanto antes, pero la decisión se retrasó debido a que mi padre desapareció. Sigo esperando noticias sobre él” 

Yana Holub, diseñadora de contenido en Preply, que tuvo que escapar de los bombardeos en Kyiv en autobús antes de organizar su salida del país y espera noticias sobre su padre, militar desaparecido en los primeros días del conflicto armado.

Recuerda perfectamente el día cuando la guerra empezó. Se iba de escapada con sus amigos para esquiar en las montañas. “Había muchas conversaciones, también en las redes sociales, sobre el riesgo inminente de que la guerra estallara, pero en mi entorno no nos lo creíamos”.

Por la noche, oyó las primeras bombas cerca de su barrio. “Escribí a varios amigos que vivían cerca y nadie podía dormir, ellos también escuchaban lo mismo. Me dijeron que preparase una maleta con las cosas más esenciales. Cuando hice la maleta estaba en estado de shock, mi cerebro no funcionaba normalmente, y metí cosas al tuntún en una pequeña mochila”.

En un trayecto en autobús que se le hizo eterno, llegó al pueblo de sus padres, y lo primero que hizo fue salir con su madre a buscar los refugios antiaéreos donde pasaría muchas horas en las siguientes jornadas, “fue horrible”, relata. Quería abandonar el país cuanto antes, pero la decisión se retrasó debido a que su padre, oficial del ejército ucraniano desapareció estando de servicio. A día de hoy, sigue esperando noticias sobre él. “Hay una investigación”, describe de forma escueta.

Una vez en Barcelona, Holub tendría que hacer frente a muchos desafíos, entre ellos aprender el idioma a marchas forzadas, aunque lo enfrentó con mucha positividad. “Me siento afortunada porque me gusta mucho la cultura española. Creo que lo bueno de Preply es que te permite hablar con la gente de aquí, para quienes el español es su lengua materna. Hoy en día, aún cometo errores, pero tengo la confianza de poder hacerme entender, algo que no sucedía cuando vine. Ahora puedo pedir cosas y, en definitiva, hacer todo lo que necesito para vivir aquí”, detalla.

Oksana Kunikevych: “La guerra no empezó hace dos años, sino hace 10”

Antes de comenzar la conversación, Oksana Kunikevych quiere dejar claro que la guerra no comenzó hace dos años sino hace 10 años con la anexión de Crimea por parte de Rusia, y que lo que comenzó el 24 de febrero de 2022 fue una invasión. “Estaba en Kyiv y me despertó el estruendo de las bombas. En ese momento no sabíamos nada, cuánto iba a durar la situación o cuál sería la dureza de la ocupación. Recuerdo que una amiga me dijo dos días después que vio pasar los tanques rusos desde su ventana”.

Ese mismo día se dirigió a la estación de tren, para ir a su ciudad, Lviv, cercana a la frontera con Polonia. “El trayecto nos llevó unas 12 horas, porque el tren se detenía constantemente, veíamos los proyectiles impactar desde la ventanilla y cosas ardiendo. Dudaba de si había tomado la decisión correcta”.

Una vez allí, observó cómo se iba convirtiendo en un “centro de viajes”. “Cada día iba a la estación de tren para repartir comida y ayudar porque había mucha gente esperando días en la cola para pasar la frontera y muchas eran madres con niños pequeños, cansados, llorando. Fue muy difícil emocionalmente”, relata.

Su empresa, para la que trabaja como lingüista computacional, le ofreció la posibilidad de recolocarse en Barcelona, donde ha empezado una nueva vida. Gracias a Preply encontró un tutor que se adaptaba a sus requisitos. “Aunque había mucha oferta de tutores de español, yo quería contar con un profesor de aquí, porque quería adquirir la lengua pero también la cultura. Finalmente conocí a un tutor, que casualmente había vivido en Bielorrusia y había visitado Ucrania en varias ocasiones”.

En el transcurso de estos dos años, la vida de los desplazados por la guerra de Ucrania ha cambiado de forma inimaginable. Las historias de Ellina Zakharchuk, Yana Holub y Oksana Kunikevych ilustran no solo la dolorosa adversidad que enfrentaron, sino también la determinación para construirse un futuro desde cero.

Es difícil de creer que hayan pasado dos años. Echo de menos Kiev y Ucrania cada día. Me gusta vivir en Barcelona, es una buena ciudad y trasladar parte de nuestra actividad aquí ha sido positivo para Preply. Pero estar lejos es muy doloroso en estos momentos. Espero volver a Ucrania algún día”, concluye Kirill Bigai, CEO de Preply. 

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