CEAC, que ofrece un curso de Psicología Infantil y Juvenil, define las conductas que demuestran si un niño está padeciendo acoso escolar.
¿Cómo hacemos para crear entornos de convivencia sanos?
El primer jueves de noviembre es el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el ciberbullying. Al determinar esta fecha, la UNESCO persigue sensibilizar sobre el impacto que provoca el acoso físico y emocional al que se ven sometidos muchos jóvenes. Concretamente, 7 de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso en España, según expone el estudio de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras. En la misma línea, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre enero de 2021 y febrero de 2022 se detectaron 11.229 casos graves de bullying, lo que sitúa a España como uno de los países europeos con más incidencia de acoso escolar.
Esta realidad pone sobre la mesa la importancia de conseguir que las escuelas y los centros educativos sean espacios seguros donde los estudiantes no se enfrenten a problemas como el acoso, situación que tiene un impacto directo en su salud mental y que, según la OMS, se cobra al año alrededor de 200.000 suicidios de jóvenes de entre 14 y 28 años. “Para muchos chicos y chicas los centros educativos son espacios poco seguros. Hacen falta programas de educación integral donde la educación emocional, social y personal sean predominantes y hace falta que los docentes sean conscientes de esta necesidad” afirma Salvador Rovira, Director del Instituto Director del Instituto Front Marítim de Barcelona y ponente de la sesión ¿Cómo hacemos para crear entornos de convivencia sanos? programada por CEAC el próximo día 3 de noviembre a las 17h.
En este espacio, que se retransmitirá en los perfiles de Instagram y Youtube oficiales de CEAC, Salvador Rovira, el psicólogo Andrés González y la psicóloga y profesora de CEAC, Eva Soto, reflexionarán sobre la importancia de que existan profesionales capaces de ayudar a reducir el acoso y, a su vez, gestionar el impacto que tiene esta situación en la salud mental de muchos jóvenes. Además, Salvador Rovira expondrá como caso de éxito el Programa TEI (Tutoría Entre Iguales), un programa de convivencia para la prevención de la violencia y el acoso escolar que implica a toda la comunidad educativa en su conjunto.
Sin lugar a dudas, el bullying afecta psicológicamente a las víctimas de diversos modos. Los niños que han sufrido acoso tienen más posibilidades de padecer depresión y ansiedad, lo que puede llegar al suicidio en casos extremos. A su vez, genera que el alumno tenga dificultades escolares como la falta de asistencia a clase, el bajo rendimiento e, incluso, el abandono escolar. “Además, también existe una mayor predisposición al consumo de sustancias y aumenta la posibilidad de que sea un agresor o víctima de violencia en el futuro” apunta Soto. Así pues, “es imprescindible que desde las escuelas y los entornos familiares confíen en profesionales que sepan cómo ayudar a quienes están sufriendo una situación de acoso” explica Eva Soto. En este sentido, formaciones como el Curso en Psicología Infantil y Juvenil de CEAC, aportan a profesionales con vocación las herramientas necesarias para gestionar los efectos del bullying en los más jóvenes.
Las conductas que demuestran si un niño está padeciendo acoso escolar
Las actitudes que puede presentar una víctima son diversas. A continuación, CEAC, que ofrece un curso de Psicología Infantil y Juvenil, expone las conductas que demuestran si un niño está padeciendo acoso escolar:
- Ausencia de participación. El acoso incita la indiferencia frente a las actividades escolares, justamente llegan a evitar el colegio. De modo específico, los niños dejan de ir a clase, disminuyen su media académica o no están interesados en nada de lo que sucede en el colegio.
- Desvinculación emocional. La baja autoestima es uno de los principales síntomas del acoso escolar. Precisamente, el bullying puede provocar que no quiera ver ni hablar con nadie. Así, el estudiante evita el contacto con sus compañeros y de este modo, se aleja completamente de la vida social.
- Cambio en su personalidad. El niño puede comportarse de manera completamente diferente a su forma de ser. Tal vez se encuentra más irascible o entristecido por los sucesos que vive. No solo pueden verse reflejados en los cambios de humor, también en su alimentación o en el uso de sus redes sociales.
- Expresiones físicas. El lenguaje corporal es otra de las maneras en las que puede manifestarse el acoso. La víctima puede alegar que le tiene pavor a la soledad y a sufrir ataques de pánico. El insomnio y pesadillas también son un indicio del acoso. En casos extremos, el acosado es posible que presente lesiones físicas, que pierda las cosas o llevarlas rotas.
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