Es nuestro monocultivo, lo que genera mayores ingresos económicos en nuestras islas, pero las cifras en este mes de mayo, una vez iniciada la temporada preocupan, nos indican que ha habido un descenso, por lo menos en Mallorca, del 20% en la actividad turística. En los últimos 5 años es el peor inicio de temporada, algunos lo achacan a un crecimiento en destinos competidores de Mallorca como Turquía, Egipto o Grecia.
Algunos supuestos líderes de opinión andan alarmándonos, por la cantidad irritante de visitantes que colapsan nuestras islas cada temporada, con una media de 14 millones de turistas por año, una auténtica presión sobre el territorio que nuestro medio y recursos naturales, según parece, no pueden soportar. Tampoco lo soportan los exclusivistas que quieren pasear sin saturaciones por emblemáticas calles comerciales como Sant Miquel, Jaume II, Oms, etc, etc… En expresión popular: ¡Fa por!. Y no hablemos de ir por las carreteras, ya saturadas de por sí, el resto del año, un despropósito desorbitado, que evidencia la falta de conectividad de nuestras infraestructuras, culpa de nuestros políticos, no de los cruceros que llegan a Puerto.
También estamos preocupados por la gran asignatura pendiente, el gran número de alumnos con fracaso escolar, culpa sin duda de la desconexión entre sistema educativo y las salidas laborales, ¿qué futuro espera a las próximas generaciones alternativas a Hostelería y Turismo?
Un estudio reciente de la UIB ha relacionado el alto porcentaje de abandono escolar en Baleares con el turismo y su explicación se basa en que el sector precisa de empleados poco preparados y a una fuerte demanda en temporada de mano de obra, siempre ha sido “pan para hoy y hambre para mañana”, ya que, sin formación, no se puede planear un futuro.
Con esta caída de crecimiento del turismo, que algunos celebran y otros no, preocupa el índice de personas desempleadas fuera de temporada, ante la incerteza política, algo que sin duda volverá a normalizarse a partir de este mes de junio, con la altísima temporalidad, mal endémico de nuestra economía.
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