Existe una fuerte conexión entre cerebro y estómago, por lo que es importante mantener el sistema digestivo en óptimas condiciones para disfrutar de un bienestar pleno.
Susan Bowerman, Directora Senior, Educación y Capacitación Mundial en Nutrición de Herbalife Nutrition, nos da las claves para un mejor entendimiento entre ambos “cerebros”.
Sentir “mariposas en el estómago”, experimentar que se “revuelven las entrañas” o tener un “nudo en el estómago”, no son solo expresiones vagas o frases hechas para expresar algún tipo de sentimiento, si no que realmente somos capaces de experimentar esas sensaciones. No hay duda de que existe una fuerte conexión entre el cerebro y el estómago, por lo que es importante mantener el sistema digestivo en óptimas condiciones para disfrutar de un bienestar pleno. Susan Bowerman Directora Senior, Educación y Capacitación Mundial en Nutrición de Herbalife Nutrition nos da una serie de pautas para mejorar nuestra salud intestinal y mantener a raya nuestra relación amistosa con el cerebro.
La realidad es que cuando la mente dice ¡esto no me gusta!, es realmente el estómago el que está tratando de manifestar sus emociones. Debido a la cantidad de información que viaja entre el cerebro y el estómago, a la parte del sistema nervioso que reside en el tracto digestivo, se le llama “segundo cerebro”.
Cuando tenemos emociones encontradas, estrés o nos enfrentamos a situaciones inciertas, solemos sentirnos revueltos e identificamos lo que sentimos como algo desagradable, localizando esas sensaciones en el cuerpo. Esta circunstancia no se produce al azar, sino que además del cerebro, nuestro sistema digestivo también colabora para hacer frente a las dificultades, enviándonos señales de alerta.
Los dos cerebros, condenados a entenderse
El intestino tiene su propio sistema nervioso -llamado sistema nervioso entérico-, conocido popularmente como nuestro segundo cerebro y se calcula que hay más de 100 millones de neuronas y terminaciones nerviosas en él.
Esto explica por qué sentimos un cosquilleo en la tripa ante una persona especial o se nos revuelve el estómago antes de hablar en público o de tener que afrontar una conversación difícil. Cuando el estrés y la ansiedad provocada por determinadas situaciones atacan, el cerebro envía una señal a los intestinos y manifiesta cómo nos estamos sintiendo ante una situación límite.
Pero, al igual que el cerebro avisa al estómago, las señales también viajan en dirección contraria, es decir, del segundo al primer cerebro. El sistema digestivo avisa al “centro de datos” cuando se ingiere algo en mal estado, así como también controla el nivel de hambre y el estado de ánimo. Cuando percibe que algo no anda bien, el estómago envía una señal al cerebro, incluso antes de ser perceptible para nosotros.
El estómago, reflejo de nuestras emociones
Hay ciertas emociones que desencadenan una reacción visceral, pero también sucede de forma inversa: el bienestar intestinal puede influir en las emociones. Diversas investigaciones han demostrado que nuestro cerebro no solo está “alerta” de los microorganismos gastrointestinales, sino que estas bacterias también pueden influir en nuestra percepción del mundo y alterar nuestro comportamiento. De hecho la irritación del sistema gastrointestinal puede enviar señales al sistema nervioso central que provocan cambios de humor e inestabilidad emocional.
La serotonina es un neurotransmisor que afecta a muchas funciones corporales y alrededor del 80% o 90% de la misma se encuentra en el tracto gastrointestinal. Su concentración puede verse reducida por el estrés, y un bajo nivel de serotonina influye en el estado de ánimo, el nivel de ansiedad y la sensación de felicidad. A la serotonina también se le conoce como la hormona de la felicidad, ya que cuando aumentan sus niveles en los circuitos neuronales genera sensaciones de bienestar, relajación, satisfacción y aumenta la concentración y la autoestima.
Cómo mejorar nuestra salud intestinal
La buena salud intestinal es de vital importancia para el bienestar general tanto físico como mental, ya que está vinculada a diferentes órganos del cuerpo, como el corazón, la piel o el cerebro. Según diversas investigaciones científicas, una de las principales razones por las que la salud intestinal es un factor determinante para el bienestar general se debe a que el 70% de las células inmunes se encuentran en el tracto digestivo. Estas células nos protegen contra las enfermedades y nos ayudan a mantenernos sanos.
“Adoptar determinados hábitos de vida es básico para mantener la salud intestinal en buen estado, reforzar una buena salud y prevenir enfermedades”, comenta Susan Bowerman. “Cultivar una flora intestinal saludable con un equilibrio de bacterias buenas frente a las malas, es la clave para lograr una buena relación estómago-cerebro”.
- Incluir en la dieta abundante fibra derivada de fruta y verdura. La fibra mejora el equilibrio digestivo, y cierto tipo de fibra también ayuda al crecimiento de bacterias “buenas” de la microbiota.
- Mantener una buena hidratación.
- Consumir probióticos con regularidad. Alimentos fermentados como el yogur, tempeh o verduras encurtidas proporcionan probióticos naturales que refuerzan la salud inmunitaria.
- Ejercicio frecuente como parte de la rutina diaria.
- Comer despacio y disfrutar de cada comida con tranquilidad. Cuando se come lentamente, el tracto digestivo tiene más tiempo de enviar al cerebro la señal de saciedad, y a su vez, el cerebro envía una señal de relajación.
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