A mediados de enero “Mallorca fa olor a foc i caliu” cuando los excesos de las aun cercanas fiestas navideñas aun están presentes en los mallorquines. Ellos ya preparan las tradicionales “Fiestas de Sant Antoni” que se celebran en muchos pueblos de la Part Forana como Sa Pobla, Manacor o Artà, entre otras localidades, donde el demonio y el fuego se alían con la variedad religiosa de las Beneïdes donde la gente lleva las mascotas a bendecir por el sacerdote para que Sant Antoni los bendiga. Estas fiestas tienen lugar la semana del día 17 de enero.
Después es Palma quien toma el relevo de las fiestas y en la mayoría de los barrios de la ciudad se encienden hogueras para después los vecinos en una brillante conciencia se comparten parrillas para asar carnes y embutidos típicos de Mallorca como la sobrasada. Además, en las plazas céntricas de la ciudad se celebran conciertos de grupos principalmente locales y nacionales que amenazan la fría víspera del 20 de enero.
Por cierto, a modo de curiosidad, os contaremos que Sant Sebastià comparte patronazgo con la Mare de Deu de la Salut que está relacionada con algunas leyendas vinculadas a la conquista de Mallorca por parte del Rey Jaime I “El Conquistador”. La imagen tallada en mármol presidió la misa celebrada en Salou el día 15 de septiembre de 1229 antes que la escuadra del monarca zarpase a Mallorca.
Centrémonos en Sant Sebastià en quien fue este santo y desde cuando es el patrón de Palma. El patrón de Ciutat de Mallorca nació en la actual ciudad de Narbona en el año 256 durante el Imperio Romano. Sebastián era un militar del ejercito romano que como todos cumplía con la disciplina militar pero no participaba en los sacrificios a los dioses paganos porque los consideraba idolatría, ya que él era cristiano, en aquella época el cristianismo aun era una religión ilegal en Roma y se profesaba de forma clandestina. El propio Sebastián, a pesar de que estaba prohibido por sus superiores, estuvo ejerciendo su apostolado entre sus hermanos de armas y visitaba a los cristianos que estaban en la cárcel por causa de religión. Entonces fue denunciado por sus superiores ante el Emperador Maximiniano quien gobernaba el Imperio junto al César Diocleciano, el César le obligó a elegir entre su lealtad a Roma como militar o su lealtad de la fe religiosa.
Sebastián se decantó por seguir la doctrina cristiana. A pesar, de que el César lo amenazó de muerte, Sebastián se mantuvo firme en su fe y el Emperador decidió condenarlo a muerte. Los pretorianos se lo llevaron, los amarraron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas dándolo por muerto. Entonces, unos amigos suyos se acercaron a Sebastián y lo llevaron a la casa de Santa Irene, una noble romana donde estuvo escondido y ella, hizo que le curasen las heridas.
Una vez recuperado, los amigos le aconsejaron a Sebastián que huyera de Roma, pero él se negó y acudió al Palatino para presentarse ante el Emperador así reprocharle su conducta de perseguir a los cristianos. Finalmente, Maximiniano muy enfadado ordenó a sus soldados que azotasen a Sebastián hasta que muriera. Una vez muerto, el cadáver de Sebastián fue lanzado a un lodazal, pero sus amigos lo enterraron en la Vía Apia, concretamente a la célebre catacumba que lleva su nombre. Era el año 288.
Es uno de los santos más venerados y es invocado contra las epidemias, especialmente, en los casos de peste, por ejemplo, en el año 680 fue invocado en Roma para que ayudase a terminar con una epidemia. Su devoción en Mallorca debió llegar a raíz de la Conquista cristiana por los ejércitos del Rey Jaime I en 1229 y desde entonces, cuando había una epidemia en Mallorca siempre se pedía protección a Sebastián. Son muchos los testimonios que han perdurado hasta la actualidad que muestran como su devoción ha calado fuerte en Palma. En este sentido, el Cabildo, los Jurados y el Pueblo, unieron sus esfuerzos ante una fuerte epidemia de Peste que azotó la ciudad. Entonces, en 1522 y ante la alta mortandad que incluso amenazó con despoblar Palma. Sin embargo, el cese fue casi milagroso, atribuyéndose el milagro a la presencia en Mallorca de la reliquia del brazo de Sant Sebastià procedente de la Isla de Rodas que había traído el Arcediano Suriavisqui y que donó a la Catedral. En memoria de tal evento, los miembros del Cabildo y los Jurados de Palma decidieron constituir una Cofradía del Mártir para toda la isla, así como dotar de una capilla en La Seu sufragada por los Jurados; administración que corrió a cargo de diez obreros de diferentes clases sociales, lo cual aumentó su devoción. A partir de 1605 la Cofradía aumento la solemnidad de la fiesta y se ordenó el repique de las campanas de La Seu durante ocho días, en 1634 la Cofradía presentó la denominación, que había hecho El Gran i General Consell para que Sant Sebastià fuera el patrón de Palma que se confirmó 1868 por la Santa Sede a instancias del Obispo Miguel Salvá y hasta la fecha.
Por último, Sant Sebastià es el patrón de Palma y al que todos los palmesanos le tienen mucho cariño.
Fuentes consultadas:
Cantarellas Camps, C. (1971). Biblioteca Digital UIB-Mayurqa. Recuperado el 16 de Enero de 2025, de Biblioteca Digital UIB-Mayurqa: https://ibdigital.uib.es/greenstone/sites/localsite/collect/mayurqa/index/assoc/Mayurqa_/1971v6p0/61.dir/Mayurqa_1971v6p061.pdf
Casesnoves, M. Á. (2008). Història de les Illes Balears. Palma de Mallorca : Moll.
Ibáñez, J. M. (2017). La Vuelta a Mallorca en 80 Rutas. Palma de Mallorca: Anima Ignis.
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