Hace poco publicamos un articulo donde os contamos las hazañas del Emperador Marco Ulpio Trajano, uno de los mejores césares de Roma nacido en Hispania. En este caso, os invitamos a conocer al sucesor de Trajano, también hispano como él y de Itálica[1] nos referimos a Adriano.
Publio Elio Adriano (76-128) nació en la ciudad hispana de Itálica y pertenecía a una familia acomodada que descendía de la zona de Piceno que se había instalado en la zona a finales del siglo III antes de Cristo. Siendo un niño, Adriano quedó huérfano, entonces su tío segundo por línea materna, Trajano decide hacerse cargo de él y supervisa su formación en todos los aspectos e incluso, hizo de “celestino” entre Adriano y su sobrina Sabina logrando que se emparejasen. A los catorce años, Adriano volvió a su Itálica natal donde estuvo un año hasta que Trajano, recientemente había sido nombrado cónsul, le ordenó volver a la Ciudad Eterna. Allí inició el Cursus Honorum[2] en sus magistraturas más bajas como el vigintivirato. Después comenzó el servicio militar como tribuno laticlavio de la Legión II Adiutrix que estaba acuartelada en Aquincum[3], después fue trasladado a la Legión I Minerva que estaba acantonada en el Danubio inferior. Al fallecer, el Emperador Nerva en el 98 no duda en acudir en persona hasta Colonia para informar a Trajano y decirle que era Emperador. Adriano, también fue legado de la Legión XXII Primigenia que estaba acuartelada en Mogontianum en Germania, ya que, aunque no hay constancia de conflictos militares durante su reinado parece ser que Adriano era un buen estratega.
Adriano al igual que su antecesor fue apoyado por el núcleo de senadores hispanos, lo cual nos lleva a pensar que durante este periodo Hispania contó con una buena cuota de representación en la curia. A pesar del apoyo del propio Trajano, el emperador tenia algunas dudas sobre la idoneidad de Adriano como sucesor; las otras facciones del Senado también tenían sus dudas porque no lo veían capaz de llevar a cabo una política continuista de la que estaba llevando Trajano; otros miraban con recelo las nuevas inquietudes culturales y qué política provincial aplicaría Adriano a la hora de ascender al trono; y finalmente, había otros senadores que pensaban que condenaría al imperio a la desmembración al poner por delante los intereses personales del propio Adriano. También se especuló con que los senadores que se opusieron al ascenso al trono de Adriano habían sido estrechos colaboradores de Trajano y eran hombres que habían colaborado con él. Para ello, los senadores leales a Adriano decidieron condenar a muerte por preparar una conjura para acabar con el hispano: Adriano consiguió salvar su imagen porque en aquellos momentos no estaba en Roma.
Por otra parte, otra característica del gobierno de Adriano fue la reforma del Consejo Privado de Augusto[4] los senadores contaban con mucho peso. Los Césares de la Dinastía Flavia[5] había incluido algunos caballeros o miembros del Orden Ecuestre. La reforma del consilium Principis al que le otorgó un carácter más institucional y decidió que los abogados entrasen en el consejo. Además, les otorgó a sus miembros un sueldo y se comprometió a reunirlo de forma periódica. Por tanto, este consejo privado adquirió competencias para preparar y tomar decisiones, así como también crear nuevas leyes. Mientras que el Senado siguió con sus atribuciones, mantuvo su labor como institución de consulta, pero el Consejo del Emperador dada su profesionalidad y preparación técnica había cogido mucha fuerza, ya que muchos de sus miembros habían sido senadores. A partir de este momento, las decisiones particulares del emperador y las de su consejo se podían confundir.
En el capitulo cultural, Adriano destacó por ser una persona a la que le gustaba mucho la cultura y la curiosidad por aprender siempre fue de su agrado. De hecho, según su biógrafo, se interesó por la filosofía de Epicteto y Heliodoro, la gramática, la retórica, la música, la pintura, la astrología y la geometría. Por tanto, podemos decir que Adriano fue un apasionado de la cultura helenística procedentes del Egeo. También a Adriano, le gustaba la arquitectura, ya que el proyectó en Tivoli la llamada “Villa Adriana” a la que quiso plasmar su pasión por la cultura helenística y convirtió el palacio de Tivoli en su residencia lejos de Roma. Precisamente, en la capital también dejó su huella y la podemos disfrutar hoy en día, ya que podemos contemplar el “Castillo de Sant’Angelo” que inicialmente se conocía como “El Mausoleo de Adriano”, en el año 136 ordenó construir el Templo de Venus y Roma en los Foros Imperiales donde se ubicaba la Domus Aurea de Nerón junto al Anfiteatro Flavio, y precisamente, Adriano se encargó de reformar y reconstruir el impresionante Panteón de Agripa[6] en el año 126, un Adriano que no quiso inscribir el año de su reconstrucción ya que decidió mantener la inscripción que podemos ver en el friso del templo diseñado por Agripa[7], aunque la reforma se suele atribuir al prestigioso arquitecto Apolodoro de Damasco. Así mismo, se sabe que Adriano también escribió poesía y en lecho de muerte, se dice que escribió uno. También fue un Emperador Influencer, ya que todos sus sucesores se dejaron la barba.
En el capitulo administrativo, son muchos los autores que consideran que Adriano junto a Claudio fueron los grandes innovadores de la administración central del Imperio Romano. De hecho, se sabe que la obra de Adriano perduró durante muchos años después de su fallecimiento; por ejemplo, no dudó en dar más participación a los miembros del orden ecuestre. Además, las oficinas centrales de Roma al servicio del emperador y amplió el consejo privado que lo dividió de la siguiente forma: ab epistulis latinis y ab epistulis grecis, para atender de forma diferenciada a las dos áreas lingüísticas del Imperio; y creó una nueva a memoria para la gestión y control de los archivos públicos.
Por otra parte, en el aspecto militar y religioso es donde Adriano tuvo muchos problemas que supo gestionar bastante bien. Por ejemplo, en Judea, aparecieron grupos de bandas armadas que hostigaban a las tropas romanas. Adriano, optó por reprimir militarmente a los rebeldes y supo demostrar que Roma no iba a dejar intimidarse por nadie; durante este contexto es cuando decide cambar el nombre a Jerusalén por el de “Aelia Capitolina” y en el lugar donde estaba el Templo se erigió un templo dedicado a Júpiter/Zeus en el año 129. También en sobre el Monte Gólgota donde Jesús fue crucificado y sepultado, se decidió construir un templo dedicado a la diosa Afrodita.
Adriano intentó consolidar las fronteras del imperio y puso en marcha un sistema defensivo basado en murallas robustas como el famoso Muro de Adriano en Britania de 127 kilómetros de distancia y separaba Britania de Caledonia. A lo largo del muro, se construyeron varios fortines. También, el emperador hispano no dudó en firmar varios pactos y acceder a varias cesiones a los pueblos vecinos, por ejemplo, con los partos.
Por último, Adriano, fue un emperador que le gustaba mucho viajar, es decir, no era partidario como hicieron algunos de sus antecesores que se quedaron en Roma: el hispano no dudó en recorrer las provincias del vasto imperio para conocer de primera mano los territorios que gobernaba. Adriano falleció el 10 de julio del año 138 a los 62 años y le sucedió Antonino Pio.
Para más información:
Mangas, Julio. «El Imperio Durante los Antoninos.» En Historia Universal: Edad Antigua, de Julio Mangas, 339-344. Barcelona: Vicens Vives. , 2004.
Texto: Juan Ramón Pons. Graduado en Historia. UIB 2019.
[1] La actual Santiponce, cerca de Sevilla.
[2] Carrera de los Honores: Era el nombre que recibía la carrera política en la Antigua Roma y que los ciudadanos debían llevar a cabo para poder llevar a cabo las responsabilidades públicas. El origen lo encontramos en el periodo de la Republica y se mantuvo durante el Imperio. El Cursus Honorum establecía el orden de las magistraturas y cómo debían cumplirse. Los escalafones eran los siguientes: vigintivirato, tribuno laticlavio, cuestura, edilidad, tribuno de la plebe, pretura, censura y finalmente, el consulado.
[3] Actual Budapest.
[4] Era el conclave en el que el emperador se reunía con su gente de confianza y le asesoraba en la toma de decisiones.
[5] Los Flavios son la dinastía bajo la cual se construyó el Anfiteatro Flavio, más conocido, como el Coliseo.
[6] En el año 80 había sido destruido.
[7] La inscripción actual dice lo siguiente: “Marco Agripa, hijo de Lucio; cónsul por tercera vez, lo hizo”.
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