JOAN MOREY: “EL ARTE ES UNA DISCIPLINA DE APRENDIZAJE”

Inaugurada a finales de enero y hasta el próximo día 6 de septiembre puedes visitar en Casal Solleric de Palma la exposición «COLAPSO. Máquina célibe» del artista mallorquín Joan Morey, nacido en 1972 en la localidad mallorquina de Sant Llorenç d’es Cardassar y que en la actualidad vive y trabaja en Barcelona.

Nos encontramos ante un artista cuyas obras atraviesan argumentos como el dominio, la explotación y las desigualdades desde la ambigüedad y un cierto hermetismo. Su lenguaje abarca muchos campos del arte, pues tanto utiliza la fotografía o el collage, como la escultura o el vídeo, pero destacan la performance y la apropiación entre sus métodos de trabajo. Morey emplea múltiples fuentes procedentes de la filosofía, el teatro o el cine de autor para crear una obra de carácter conceptual y muy rica desde el punto de vista intelectual.

Una cafetería, una mesa, una silla y varios refrescos sirven para amenizar la entrevista que le realizamos en compañía de nuestra compañera, directora y presentadora del programa “Solidarios” de Radio Balear, Martina Romero.

Juan Ramón Pons ¿Cómo fueron tus inicios como artista?

Joan Morey: Empecé a estudiar arte de forma poco consciente. Cuando decidí matricularme en Bellas Artes no sabía qué significaba ser artista, tal vez conocía algunas disciplinas, pero no entendía en que consistía la profesión del artista y menos aún su labor en el ámbito social. Mi etapa de formación poco a poco fue cogiendo sentido y mi trayectoria se convirtió en una lucha constante, en un trabajo casi de trinchera, y ahí sigo, batallando”.

 

¿Qué supone como mallorquín exponer tu obra en Palma? ¿Es especial? ¿Impone?

“Realmente no me impone, sino al contrario. Desde que comencé a estudiar Bellas Artes visitaba las exposiciones del Casal Solleric al venir a Palma. Este centro de Arte ha formado pate de mi crecimiento como artista y me ha permitido establecer vínculos con artistas locales, conocer el trabajo de otros artistas –tanto nacionales como internacionales– así como familiarizarme con algo más complejo: las políticas culturales. Además, Casal Solleric acoge cada año la exposición de los finalistas al Premi Ciutat de Palma Antoni Gelabert d’Arts Visuals, en el que fui seleccionado en diversas ocasiones, y me llevaron a exponer en este espacio. Por estos motivos Casal Solleric me resultaba próximo, y tras seguir su evolución y los cambios en su programa expositivo acepté la invitación de Aina Bauzà, actual directora, pero con algunas condiciones: mi propuesta de exposición debía ocupar la integridad de la planta noble y recuperar su recorrido circular; y completar el proyecto expositivo con una performance con público en directo. Lo que no sabíamos entonces eran los estragos por los que íbamos a pasar causados por el coronavirus, y que han afectado tanto a la exposición como a la ejecución de la performance”.

 

Martina Romero: En 2017 realizaste una obra relacionada con el VIH ¿Qué acogida tuvo tanto positiva como negativa?

“El proyecto «TOUR DE FORCE» fue un encargo de Rosa Ferré, en ese momento Jefa de Exposiciones y de Actividades Culturales del CCCB y comisaria de la exposición «1.000 m2 de deseo. Arquitectura y sexualidad», junto a Adélaïde de Caters. Las comisarias me extendieron la invitación a realizar una performance en relación a los contenidos de una extensa exposición que investigaba cómo se han proyectado, construido e imaginado los espacios para el sexo en la sociedad occidental desde el s. XVIII hasta nuestros días. Tras su análisis, tomé la decisión de poner especial énfasis en un tema de actualidad que considero de gran relevancia: la irrupción del VIH/sida a finales del siglo pasado y su relación con la ciudad. Para ello idee una performance que constaba de un prólogo en el Espai Mirador del CCCB y cinco actos en el interior de unas limusinas que, a modo de escenarios móviles, hicieron un recorrido por diversos lugares de la ciudad de Barcelona. En el marco de la exposición «COLAPSO» hemos reactivado, actualizado y adaptado esta performance para el edificio de Can Balaguer bajo el título de «COLPASO: Maquina posible» estableciendo una correspondencia entre el VIH y el SARS-CoV-2, causando de la epidemia del coronavirus”.

¿Qué papel tiene la muerte en «POSTMORTEM. Projet en sept tableaux»?

“Veo que ahora nos trasladamos a 2006-2007 con «POSTMORTEM. Proyecto en siete paneles». Esta obra fue una performance fragmentada en siete partes que se llevaban a cabo dentro de una estructura de madera con forma de ataúd, con claras alusiones a la muerte. En su interior, en el que se situaban los intérpretes, el equipo técnico y de producción y los espectadores, se revisaban obras anteriores, como si se tratase de la autopsia en directo de un cuerpo artístico, concretamente un “cuerpo de trabajo” de diez años. Esta manera de hacer abrió una de las facetas que actualmente caracterizan mi producción: la revisión y apropiación de obras de otros autores (teatrales, poéticas, cinematográficas…) o incluso mías, para la creación de una obra nueva. De echo «POSTMORTEM» utiliza como imagen del proyecto una lápida de la medida de un nicho en la que sobre el mármol aparecen inscritos mi nombre y unas fechas: 1997–2017. Al reunir esta serie de datos, imágenes y referentes vemos claramente las alusiones a la muerte, al dolor o a la pérdida, potenciados mediante un código de vestuario totalmente negro y a través del lenguaje específico de la performance, que nace y muere al mismo tiempo.”

 

¿Qué encontrará el espectador cuando visite «COLAPSO. Máquina célibe»? ¿Cuál es el papel que desempeña en la exposición?

“La idea principal a la hora de hacer esta exposición fue revisar un período de trabajo y darlo al contexto mallorquín y los visitantes de Casal Solleric. Para ello trabajé con Latitudes, los comisarios Max Andrews y Mariana Cánepa Luna, con quienes decidimos simplificar al máximo el dispositivo de exposición. Las personas que visiten «COLAPSO. Máquina célibe» encontrarán principalmente vitrinas y pantallas de vídeo. La vitrina es un display común en los museos y suele utilizarse para preservar las obras debido a su estado de conservación o cotización. En este caso las vitrinas sirven para añadir valor a los objetos que se disponen en su interior, ya sean libros que podemos encontrar en cualquier librería o las maquetas, esquemas y guiones originales de las performances, así como elementos de attrezzo o vestuario, etc. Mediante el otro dispositivo, las pantallas de vídeo, podemos observar documentación audiovisual de las performances, en la que reconocemos la mayoría de los objetos dispuestos en cada vitrina o los textos que en ellas aparecen. De esta forma el público adopta un papel activo en la exposición, generando vínculos entre la documentación y los objetos y abriendo la posibilidad de reconstruir su propia historia. Considero muy importante, en relación a lo que apuntaba Juan Ramón al comienzo, que no tratemos el arte como algo hermético o conceptual. Preferiría utilizar el adjetivo ambiguo; para mi el arte no consiste en entender solo lo que intenta transmitir un artista, sino que sirve sobretodo para complementar nuestro imaginario, enriquecerlo o transformarlo. El arte es una disciplina de aprendizaje, de búsqueda, de conexión con la mente de otra persona y que además nos permite hacer un ejercicio de introspección a uno mismo. En definitiva, mi obra es un elemento de interlocución con los espectadores interesados y que deseen verla, o escucharla, como sucede con el programa de audio que ocupa el patio del Casal Solleric, del que el espectador es responsable de crear las imágenes que le sugiera las voces y sonidos que contiene”.

 

¿Qué recuerdos guardas de tu reciente exposición en Bogotá? ¿Y del proyecto que realizaste en Italia, durante tu residencia en la Real Academia de España en Roma?

“En paralelo a la exposición en Casal Solleric tuvo lugar la exposición «COLAPSO. Máquina de representación» en Colombia, una adaptación de este proyecto expositivo que comenzó en Barcelona para el Claustro de San Agustín en Bogotá. Si en la propuesta de Casal Solleric el hilo conductor de la muestra es la ‘máquina célibe’ –en clara referencia al artista Marcel Duchamp–, en Bogotá puse el punto de atención en la ‘máquina de representación’, es decir, en la cámara –como elemento fundamental en la documentación de la performance y el eje motor de algunos de mis proyectos. Ambos hilos conductores hacen referencia a la máquina como elemento simbólico y a su colapso en el espacio de lo real. La inauguración de la exposición en Bogotá, a finales del mes de noviembre del pasado año, coincidió con la huelga general en Colombia para exigir cambios políticos y que paralizó la ciudad. Como anécdota, durante los días de montaje nos pilló un toque de queda y tuvimos que pasar la noche en el Claustro. El colapso al que se refiere el título de la exposición no solo alude a su configuración interna, sino que también refleja los acontecimientos paralelos al arte, ya sea una huelga general o una epidemia mundial imprevista.

En cambio, el proyecto que desarrollé en la Academia de España en Roma, durante mi estancia como residente de su programa de becas para la producción, también remitía a las máquinas y a su colapso, pero en ese caso referidas al cuerpo y a la performance. Tuve el privilegio de vivir y trabajar en la Ciudad Eterna siete meses, durante los que llevé a cabo el proyecto «IL LINGUAGGIO DEL CORPO» (2015): una performance en tres actos independientes de una hora de duración cada uno, desarrollados en tres enclaves de la misma academia: Il Tempietto, las salas de exposición y el Salón de los Retratos. Esta performance no contemplaba la asistencia de público, ni siquiera mi presencia como artista durante su ejecución, sino que se planteaba como una máquina de producción autónoma en la que los intérpretes eran ejecutores y espectadores a la vez y en la que la performance articulaba un mecanismo narrativo por sí misma, y que aparece en la exposición en forma de tríptico audiovisual.

 

Martina Romero: Has estado en Italia donde la moda juega un papel fundamental ¿Te han invitado a participar en algún desfile mostrando tus obras?

“Me invitaron hace años a participar en los salones de moda PITTI IMMAGINE, para los que llevé a cabo la imagen de los salones de moda Pitti Uomo, Pitti Bimbo y Pitti Filati. Siempre he tenido una relación directa con la moda, ya sea por el interés que me despierta como medio de expresión o por la capacidad que tienen los creadores de moda de aunar disciplinas que atañen a una comunicación directa con el público/consumidor. Pero no he trabajado en moda directamente, tan solo como probatura interdisciplinar, como colaborador en la sombra o como docente, a pesar de que mi obra es totalmente compatible y complementaria. En ocasiones utilizo los mismos códigos de la moda, interpelo a su público y habitualmente me enriquezco de ella, la utilizo e incluso cuestiono. Pero soy muy cauto e intento no diseminar mi trabajo en esa industria, quizá para que no pierda su esencia o por miedo a despistarme”.

 

Juan Ramón Pons: ¿Qué significa el “arte” para Joan Morey?

“El Arte para mí es una profesión. Soy artista contemporáneo y no entra en mi esquema mental la noción de hacer las cosas por “amor al arte”. Cuando concibes que el arte es una profesión como cualquier otra todo cambia, y de repente aparecen los códigos deontológicos y las buenas practicas profesionales. Es indispensable para un artista profesional la comprensión del sector y la conciencia y exigencia de su respeto profesional, lo que demasiadas veces limita su campo de acción. Por eso me suelo llevar mejor con las instituciones que con el mercado el arte, que a veces se rige por otros parámetros”.

 

Tengo entendido que te gustan las películas de Pasolini. ¿Qué te viene a la mente las siguientes obras del genial director italiano?

“Pasolini es una de mis grandes referencias cinematográficas como lo son también Bergman, Godard o Cronenberg. Todos ellos son cineastas muy conocidos porque tengo la necesidad de que el público que descifrará en mis obras tales referentes pueda profundizar en ellos, revisarlos o vincularlos a cada proyecto. Por ejemplo, la humanización del VIH/sida en mi proyecto «TOUR DE FORCE» (2017) toma fuente directa la personificación de la figura de la muerte que hace Ingmar Bergman en su película ‘El Séptimo Sello’, en la que el actor Bengt Ekerot encarna la muerte.

El Decamerón: “Hay que verla. Cualquier adaptación poética de Pasolini de los grandes clásicos, en este caso de El Decamerón de Giovanni Boccaccio, es digna de análisis. Destacaría la serie de narrativas distintas imbricadas a los cuentos originales”.

Saló o los 120 días de Sodoma: “Su última película. La tomé como puntal y estructura de uno de mis proyectos: «DOMINION» (2005). Esta película no solo me interesa por ser una obra fundamental dentro de la historia del cine sino porque es el reflejo de como la ficción puede tener un gran impacto en el mundo real. La película Saló supuso el asesinato de su director”.

Edipo Rey: Me gusta la lingüística de la película y como toma la tragedia griega de Sófocles para representar una serie de conflictos humanos y valores sociales que son considerados arquetípicos desde el punto de vista psicológico y sociológico”.

El Evangelio según San Mateo: “Me seduce la forma mediante la que cuenta la vida de Cristo tal como es narrada en el Evangelio según San Mateo. Las imágenes cristológicas aparecen habitualmente en mi trabajo, por lo que no es raro que me entusiasme este film”.

 

¿Cuáles han sido tus grandes referencias artísticas?

“Mi trabajo explora la intersección entre teatro, cine, filosofía, sexualidad y subjetividad. En este sentido, pueden encontrarse en mi obra referencias directas a Samuel Becket, Antonin Artaud, Deleuze&Guattari, Pasolini, Bergman, diferentes sociólogos y pensadores contemporáneos, fotógrafos, diseñadores de moda, series de televisión e incluso subculturas musicales o movimientos underground que nada tienen que ver con el arte”.

 

¿El artista tiene que salir de Mallorca si quiere triunfar?

“No es suficiente salir de Mallorca sino también de España. Es algo muy complejo que no acabas de entender hasta que conoces la situación del arte en otros países en los que la cultura tiene otro papel en la sociedad y el estado tiene muy en cuenta la profesión del artista. Lamentablemente nosotros no somos el ejemplo. No suele ser habitual incorporar la visita a exposiciones o la participación en actividades culturales en la vida de un ciudadano de a pie, tal como sucede en otros países. Por otro lado, es muy común la politización de las instituciones artísticas sin un plan a largo o medio plazo; de esta forma cambian los artistas, las corrientes o dinámicas de producción de forma temporal y en función de la ideología o del programa político de quien gobierna, lo que desestabiliza gravemente todo el sector.”

 

¿Cuáles son tus próximos proyectos, Joan?

“Estoy trabajando en un proyecto a partir de la fragmentación del cuerpo de Teresa de Jesús y de como sus reliquias sirvieron para formar o consolidar comunidades de fe. La primera fase de este proyecto incorporaba varias derivas a los lugares que acogen sus relicarios, pero debido a la pandemia del COVID-19 en estos momentos tengo el proyecto un poco encallado. A partir de septiembre volveré a ponerlo en marcha si todo va bien”.

 

¿El artista se nace o se hace?

“En mi caso se hace. Con formación, planificación y unos objetivos e intereses medianamente claros puedes llegar a ser artista. La profesión artística no solo depende del talento relacionado con las disciplinas, sino también de la capacidad intelectual, las competencias individuales, del espacio afectivo, los colaboradores y de mucha persistencia y empeño. Aunque ser artista es más duro de lo que consideran algunos, por mucha voluntad que le pongas no quiere decir que consigas mantenerte a flote y sobrevivir con esta profesión”.

 

¿Quién es Joan?

“Para conocerme puedes visitar «COLAPSO. Máquina célibe». Para muchos artistas las exposiciones son como poner sus entrañas a la vista, como abrir la puerta de su casa”.

 

Texto: Juan Ramón Pons.

Fotos: Martina Romero y Roberto Ruíz.

 

 

 

 

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