En el año 903, los árabes conquistaron Mallorca y se inició un periodo de más de trescientos años en que el poder de la isla estuvo sometido a la cultura coránica. A pesar de sus prohibiciones, el cultivo de la viña continuó, incluso aplicando los sofisticados sistemas de regadío inventados por los árabes.
En septiembre de 1229, las tropas de Jaime I devuelven Mallorca al reino cristiano. Una de las medidas tomadas por el rey fue la concesión de licencias para el cultivo de viñas en Bunyola, Campos, Felanitx, Manacor, Porreres y Valldemossa. Este retorno a la actividad viticola supuso la transformación de toda una sociedad, que se liberaba de la prohibición islámica del consumo de vino.
Las principales variedades de uva autóctonas de uva negra que se utilizan para producir vino son el Manto negro, Callet, Fogoneu o Gorgollassa. Si hablamos de uva blanca hay que citar el Prensal, Giró ros y Malvasia.
El Prensal es la variedad de uva blanca más cultivada en Mallorca. Su fruto es largo y produce vinos de graduación media y tonalidades afrutadas.
La zona norte de la isla que ha acogido la gran mayoría de uva blanca Malvasia que nos ofrece unos vinos aromáticos y con una elevada graduación de alcohol.
En Binissalem se cultiva el Manto negro, una variedad que aporta al vino notas de fruta madura y, también, una alta graduación.
En la zona de la comarca de levante y produce vinos de graduación baja y aromas sutiles como es El Fogoneu.
La variedad Gorgollasa produce un vino afrutado y ligero.
El Giró ros, variedad autóctona de uva blanca que aporta una alta intensidad en boca.
En Felanitx se cultiva El Callet es una variedad de uva tinta que produce vino de sabor largo y persistente con notas a frutos rojos.
Los vinos designados con la mención “vi de la terra de Mallorca” son vinos limpios, con aromas francos identificativos de las variedades de la uva de procedencia.
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