Tengo una amiga estanquera encantada con que no se cumplan las promesas de primeros de año.
Ha llegado el momento de hacer una reflexión, ¿has conseguido cumplir las promesas que te hiciste el año pasado? Renovemos algunas de las que más hemos oído: ¡Tengo que dejar de fumar!, la promesa de dejar de fumar suele hacerse humo según avanza el año. Evitar los excesos de alcohol, es otra de las promesas que suele hacerse por estas fechas, especialmente cuando además se viene de un resacón de consumo desmedido por las fiestas de fin de año, seguido de Reyes o de Sant Sebastià y Sant Antoni.
Tengo que dormir mejor y empezar a ahorrar, los gastos se multiplican con motivo de las fiestas y el santoral insular. ¡Tendría que ir al gimnasio! ¡De este año no pasa!, me saco el carné de conducir y dedicaré más tiempo a los afectos. El estrés, las obligaciones, no nos dejan tiempo para demostrar afecto a la familia y los amigos, que tendrán que esperar otro año a que la sensibilidad navideña nos invada.
¡Soy un millennial!, tengo que estudiar inglés. Sea como sea, este año tengo que perder los kilos que me sobran, el comienzo de un nuevo año es como el momento ideal para proponerse realizar una dieta para bajar de peso, entre otras promesas.
Por estas fechas hacemos lo mismo, no paramos de hacer promesas y más promesas, pero llegado diciembre, sin ningún resultado, muchas no las hemos cumplido.
Básicamente lo que dijimos, hace cuatro días, algo así como de propósito de enmienda, es casi obligado, como si fuera un imperativo social, el hacernos falsas promesas sin intención de cumplirlas. El calendario en rojo marca las promesas con las que inaugurar el nuevo año intentando convencernos a nosotros mismos y a los demás, sobre la posibilidad remota de llevarlas a cabo.
Cargados de razones os deseamos que 2019 os regale el cumplimiento de varias de ellas.
Escribe un comentario