LA MEJOR VACUNA CONTRA EL CÁNCER:  EL ENTRENAMIENTO DE FUERZA

Día Mundial Contra el Cáncer de Mama

 

La lucha contra el cáncer de mama comienza en nuestros músculos

El ejercicio es la mejor barrera antitumoral – el doctor José Abellán nos habla de la importancia del entrenamiento de fuerza tanto en la prevención como en el tratamiento del cáncer de mama,

Un bajo porcentaje de músculo se relaciona con un menor índice de supervivencia en los diagnósticos de cáncer[1], siendo el entrenamiento de fuerza una actividad clave en la prevención de esta dolencia, ejerciendo de barrera antitumoral.

Por este motivo, el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer, Sprinter, el retailer deportivo multimarca, ha querido contar con la opinión experta del doctor José Abellán, cardiólogo del Hospital General Universitario Santa Lucía y divulgador de estilo de vida, salud y corazón desde su cuenta de Instagram @doctorabellan, para que nos cuente qué potencial tiene el ejercicio como elemento clave en el tratamiento del cáncer de mama.

“Cuando llega el diagnóstico, la mayoría de las pacientes presentan lo que llamamos sarcopenia, que es una disminución de la fuerza y la masa muscular, y las evidencias nos demuestran que si la corregimos haciendo entrenamiento de fuerza, ganando esa masa muscular que no tenemos, las cifras de superviviencia aumentan.” comenta el dr. Abellán. “El músculo no solo es un almacén de energía, que es muy importante cuando estamos en un proceso de quimioterapia, o recuperándonos de una operación, sino que libera hormonas buenas para el metabolismo que mejoran el sistema inmunitario y la respuesta antitumoral de la paciente, el ejercicio es tu mejor barrera antitumoral”.

El doctor destaca los beneficios del entrenamiento de fuerza en el tratamiento del cáncer, que son:

Potenciar el sistema inmune y la función de algunas células como las Natural Killer, con capacidad antitumoral.

Disminuir la probabilidad de generar hipertensión, obesidad o diabetes, que se asocian al riesgo de cáncer.

Aumentar la cantidad y calidad de tu musculatura, lo que potencia la liberación de algunas mioquinas protectoras y aporta las reservas necesarias para superar una cirugía o una quimio o radioterapia.

Y, por último, cuando se desarrolla un tumor promover su vascularización, lo que ayuda a que el cuerpo pueda luchar contra el mismo y facilitar la función de los tratamientos.

Dr. Abellán. Foto: Cortesía de Sprinter.

“Muchas veces, lo último que se quiere escuchar en una consulta es que una vez más el doctor te recete hacer ejercicio, y se buscan atajos y soluciones farmacológicas, porque hacer un cambio de estilo de vida nos parece mucho más complicado, pero es el camino que debemos seguir para ayudar a nuestro cuerpo a afrontar la enfermedad”. Afirma el Dr. Abellán.

Además de los beneficios antes nombrados, también hay otro muy importante, que ayuda a descansar mejor. “En el momento que hacemos deporte, aunque sea solo una sesión, el cuerpo libera dopamina, la hormona encargada de regular el estrés y combatir la ansiedad y la depresión, lo que nos hace sentir muy bien, pero, a  la vez sabemos que también es un importante regulador del sueño. Y el descanso es fundamental en la lucha contra el tumor” -continúa el Dr. Abellán.

Otro factor a tener en cuenta es que cada vez que hacemos ejercicios de fuerza el organismo sufre una agresión, se vacían las reservas de energía, se destruyen fibras musculares, y el corazón se somete a cierto estrés. Estas pequeñas agresiones, provocan una respuesta orgánica que se traduce en mayor capacidad de reparar el músculo, fortalecer el corazón, y eliminar grasas. Cuando estamos habituados a hacerlo, el cuerpo aprende, y cuenta con herramientas para repararse, las mismas que va a necesitar a la hora de afrontar el tratamiento del cáncer.

El ejercicio físico es también antiinflamatorio, lo que a largo plazo reduce las posibilidades de padecer cáncer y enfermedad cardiovascular. Por eso es tan importante la prevención, y tener un estilo de vida saludable en el que pongamos el foco en los ejercicios de fuerza y en tener una buena masa muscular desde la infancia.

“Con el lavado de los dientes estamos muy concienciados, seguramente debido a la gran labor de concienciación que hicieron en nuestra infancia. Del mismo modo, deberíamos tomar conciencia de la importancia de la forma física en la prevención de enfermedades tan graves como el cáncer”. – Afirma el Dr. Abellán.

¿Cómo se plantea el entrenamiento en cada momento del proceso de curación?

Lo primero es la prehabilitación, que es cada vez más común en los hospitales españoles, y cuyo objetivo es que el paciente afronte la operación o el tratamiento de quimio o radioterapia en la mejor condición física posible. En esta fase es recomendable trabajar grandes grupos musculares, tren superior, inferior y el core.

Después de la intervención, en cuanto sea posible, hay que seguir entrenando la fuerza. Es un momento delicado, pero donde puede aportar mucho.

Y en la etapa posterior al tratamiento, seguir con el estilo de vida saludable, cuidando la alimentación y trabajando la masa muscular para volver a la normalidad con más fuerza que antes.

“Las unidades de prehabilitación deberían ser una prioridad de nuestro sistema sanitario – insiste el Dr Abellán –  y estar disponibles para incrementar las probabilidades de supervivencia de todos los pacientes”.

El entrenamiento como acompañamiento al enfermo

El apoyo, sentirse acompañado, mejora el pronóstico del paciente. Un círculo familiar estable, unos amigos que están presentes, hacen el proceso mucho mejor para ellos, y una gran manera de llevarlo a cabo es unirse a los cambios tan necesarios en el estilo de vida que acabamos de ver.

Según el Dr Abellán “A la hora de hacer deporte y tener una alimentación saludable, el entorno también es importante. Si los familiares están a favor, ayudan, y promueven este cambio, será mucho más fácil para el paciente, y a la vez estarán ellos mismos preparando su cuerpo. Porque el ejercicio es vida. Y juntos, será mucho más fácil”.

[1] 1 – McNeely ML et al. CMAJ. 2006 Jul 4;175(1):34-41. doi: 10.1503/cmaj.051073.

2 – Cannioto RA et al. J Natl Cancer Inst. 2021 Jan 4;113(1):54-63. doi: 10.1093/jnci/djaa046.

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