Miró, Espíritu Salvaje

El artista Joan Miró (1893 – 1983) se sintió muy vinculado a dos lugares a lo largo de su vida, Mont-roig y Mallorca, que le permitieron vivir y trabajar en la intimidad y estar inmerso en una naturaleza primigenia. A través de esta exposición, los encargados del legado mironiano pretenden que el observador explore las raíces de su obra: las culturas primitivas y el arte popular, los frescos románicos, la arquitectura de Antoni Gaudí, la poesía, y su posterior acercamiento al Expresionismo Abstracto americano y al arte oriental.

Según los expertos s imposible acercarse a su figura sin hablar del gran apego que siente por sus raíces y su identidad, aspectos que influyen de manera muy directa en su obra

Uno puede conocer la fecundidad creadora del artista a través de sus recursos plásticos, su particular iconografía y la variedad de técnicas y materiales, que testimonian el insaciable afán de renovación y ruptura que caracteriza su última etapa creativa en Mallorca (1956-1983). Un momento en que vuelve la mirada a sus orígenes, a los paisajes y horizontes de los primeros años, al tiempo que llega a una máxima simplicidad con el predominio del espacio vacío, cerrando el ciclo creativo con un retorno a las mismas raíces que habían marcado también el punto de partida. Profundizando en estos conceptos, y considerando asimismo la idea de que Joan Miró entiende su obra como un monólogo interior a la vez que un diálogo abierto con el público, es como surge la exposición “Miró, espíritu salvaje” narrada por el propio artista en primera persona. La muestra presenta un argumento expositivo dividido en cuatro grandes ámbitos diferenciados y a su vez complementarios, y reúne obras realizadas en su totalidad en Mallorca en su etapa de madurez más vital y artística —la menos conocida y la más innovadora y “salvaje” de su trayectoria— que definen los fondos de la colección de Miró Mallorca Fundació.

El salvajismo es otra cara de mi personaje. Ya lo sé. Naturalmente, si estoy en sociedad no puedo hablar brutalmente y me pongo, si usted quiere, una especie de máscara. Joan Miró a Georges Raillard en Conversaciones con Miró. Granica, Barcelona 1978.

Raíces

La autenticidad de la obra de Miró reside en la tradición y el paisaje, de acuerdo con su convicción de que es necesario mantener los vínculos con la tierra para alcanzar una proyección universal. El artista se siente muy ligado y arraigado a Mallorca. La isla se convierte en su territorio y refugio y le permite trabajar en la intimidad, inmerso en el silencio y en una naturaleza primigenia.

Hay que pegarse a la tierra, hay que escuchar la llamada de la tierra… Joan Miró a Camilo José Cela en La llamada de la tierra. (Acta de un monólogo de J.M.), Papeles de Son Armadans, año II, tomo VII, nº 21, Madrid-Palma (diciembre 1957).

Las manifestaciones artísticas del pasado seducen a Miró, ya que en ellas reconoce un mismo espíritu intemporal al que aspiran sus formas. Las pinturas rupestres resultan imprescindibles para comprender las raíces de la obra mironiana. Al igual que el hombre prehistórico dejaba la marca de su permanencia en las paredes de la cueva, la huella de la mano tiene para Miró profundas resonancias; en los últimos años de su producción artística, más vital y libre que nunca, llegará incluso a aplicar la pintura directamente con los dedos. Durante su infancia en Barcelona, Joan Miró tendrá ocasión de contemplar los frescos románicos, en los que descubre una fuente inagotable de imágenes.

En su desnudez pictórica y extrema planitud, estas pinturas ofrecen un amplio catálogo de soluciones formales entre las que descubrirá algunos de los elementos más característicos de su propio sistema de signos, como el ojo o la estrella. La figura de Antonio Gaudí es otro referente importante en la obra del artista. La fragmentación de la imagen y la yuxtaposición de los colores emulando el trencadís utilizado por Gaudí como revestimiento de su arquitectura se aprecian con nitidez en la creación mironiana, en concreto en las geometrías y colores caleidoscópicos de la Serie Gaudí. La atracción por las formas orgánicas, la colaboración con artesanos y la búsqueda y renovación constantes son otros puntos en común entre ambos.

Inspiración

Inspiración La poesía, junto con la música, es una de aquellas expresiones puras del espíritu que Miró admiraría a lo largo de su vida y que le ayudarán a prepararse para atrapar el inesperado momento de la creación. En su intento de ir más allá de la pintura, el artista encuentra en la poesía el medio capaz de dar salida a su pretensión de rebasar los marcados límites de la expresión plástica. Ambas disciplinas comparten el instante mágico en que la idea se traslada al soporte, sin que exista distinción entre la palabra y la imagen, entre poesía y pintura.

La atmósfera propicia a la tensión espiritual la encuentro en la poesía, en la música, en la arquitectura, en mis paseos cotidianos, en ciertos ruidos. Joan Miró a Yvon Taillandier en “Je travaille comme un jardinier…”, XXe siècle, nº 1, París 1959

A raíz de su primer viaje a Estados Unidos en 1947 y de sucesivas visitas, se advierte una progresiva evolución en la obra de Joan Miró. La alteración del formato de las obras, la trasposición física sobre el lienzo en el suelo, la aplicación de la pintura a modo de emplastos, goteos, explosiones y colores diluidos, la potencia de los grafismos y una conmovedora brutalidad y primitivismo, lleva hasta el extremo un proceso de despojamiento en el que se advierte la influencia de las creaciones gestuales y las abstracciones cromáticas de la joven generación de artistas americanos.

En su último periodo creativo, la obra de Miró se renueva por el encuentro directo con el pensamiento y las formas de expresión típicamente orientales tras el impacto emocional y estético de su primer viaje a Japón en 1966. El artista reconoce en esta lejana cultura aquello que constantemente ha intentado transmitir a través de su producción pictórica, igualmente marcada por el valor gestual de los trazos, la unidad de poesía y pintura, la potencia del signo y la preparación ritual del creador antes de enfrentarse a la obra. Será a raíz del contacto con Oriente cuando la relación formal entre lo lleno y su ausencia y las líneas y masas de negro acaben dominando la composición, evocando la tensión espiritual y el silencio que tanto atesoraba Miró.

Texto: Miró Mallorca Fundació
Foto: Josep Planas Montanyà Arxiu fotogràfic de la Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca / Sergio Vicente

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